Ada leyendo
Poco o nada hay de Alex Katz en esta pintura cuyo título remite a los que ponía el pintor americano a las monumentales composiciones que su mujer y musa -Ada- protagonizaba. Una Ada claramente deudora de otros referentes, procedente de otro universo, sentada casi de espaldas en lo que parece el vestíbulo de un hotel, esbelta como una esfinge, parece invitarnos a especular sobre su misteriosa identidad. Fantaseemos con la hipótesis de una Ada Veen -lectora apasionada- leyendo “Ada o el ardor” de Nabokov -maravillosa novela sobre el tiempo y la literatura misma-, mientras espera a su hermano/amante para uno de los numerosos encuentros furtivos con que jalonaron su historia de amor, en Davos, en Los Teques o en Marienbad...Una escena de similar complejidad metaliteraria la vimos cuando la protagonista de “Esposas frívolas” aparece en un plano leyendo “Esposas frívolas”, el libro en que se basa el film. Instalados por el momento en estas coordenadas propias de una vertiginosa experiencia intertextual y estimulados por el libro abierto de par en par que excita nuestra imaginación -una refulgente puerta a otras dimensiones,a otros presentes- conjeturemos que nuestra Ada, en vez de leer la novela que narra su vida y de la cual procede como personaje literario, lee “La invención de Morel”, una novela cuya protagonista -Faustine- es en realidad un holograma, una mujer que accede a la inmortalidad a cambio de pasar su alma a la imagen y a la que Bioy imaginó con el aspecto de Louise Brooks, de la que se confesó platónicamente enamorado...Por otra parte, la lectora de nuestra pintura exhibe un look claramente inspirado en el de la célebre actriz, es más, no descartemos que se trate de la mismísima Brooks, de manera que Bioy y nuestro pintor compartirían si así fuera, a través del tiempo y el espacio, una misma admiración secreta por una misma mujer ...Como Faustine, nuestra enigmática Ada-Louise ha accedido también a la inmortalidad, dejándose apresar entre capas de pigmento, al precio de convertirse en imagen pintada, en Pintura.

O si se prefiere...

El Tiempo
Escribe Thomas Pynchon en alguna de las más de mil paginas de “Contraluz” que el tiempo puede transcurrir de una docena de maneras diferentes...Y la impresión que nos transmite esta imagen pintada es la de un tiempo que transcurre con gran lentitud (y asegura Borges que el tiempo y el transcurso del tiempo son estrictamente lo mismo). Lento transcurrir del tiempo o tiempo lento, es decir, tiempo rico, profundo, especioso, que nos ancla en el presente y nos predispone a saborearlo. Asociamos esta imagen del vestíbulo de un lujoso hotel o un balneario y su “tempo” particular con “La Montaña Mágica” de Mann, obra que ilustra un preciso sentido del tiempo: El paréntesis que se abre en el devenir de un joven ingeniero de familia rica funciona como una burbuja de tiempo ralentizado que lo salva de un programa vertiginoso de acontecimientos prefijados, como una finta a la intolerable opresión de lo sucesivo... Es en estas coordenadas cuando se le abre al joven Castorp la posibilidad de un crecimiento en profundidad, intelectual y espiritual. Lo dijo Baruch Spinoza: “Para que el Alma avance, el cuerpo debe pararse, permanecer quieto”. Trabajar con el tiempo -el oro del tiempo- en vez de consumir espacio. En la estancia de la imagen una dama lee, inmersa en una inmovilidad que rebosa sentido: elogio de la quietud, subrayado a un nivel profundo por la naturaleza misma de la pintura, pues el tiempo y su vínculo indisociable con la complejidad se relacionan aquí con este otro elemento altamente problematizador...Pintura: acto de detención del tiempo, escrutinio minucioso de lo detenido... Pintar: manipular el tiempo con pigmentos nacidos de la tierra...Tiempo suspendido o Tiempo apresado, en una singularidad de respiración geológica, mineral, que acumula misterios vinculados al misterio central de la metafísica, el más escurridizo, el mas tembloroso: el misterio del Tiempo.